Todavía trato de digerir las ultimas palabras que causándome incertidumbre retiñen en mis oídos y retardan el silencio.
El gris y pálido invierno acentúa mas el perfil de nuestros rostros causando un entorno que se acerca a lo dramático en este dialogo inesperado de nuestras vidas.
. -- ¿Comencemos de cero?, fueron tus palabras sin preámbulos al tema que querías tratar.
--¡Si!, ¡te conteste!, pero que el cero no sea a la izquierda porque no tiene valor, ni a la derecha por intuición, será neutro para que ninguno tenga ventaja, (conteste) suavizando el dialogo áspero que se había iniciado entre nosotros.
--¿Lo voy a pensar?, fue tu respuesta, sin analizar el peso que la misma tenia y en instante el silencio de apodero de ti.
Por un momento pensé que la vida es un pentagrama donde se dibujan los silencios que reflejamos con gestos faciales llenando los espacios vacíos y seguí dando vueltas nerviosamente en el mismo lugar con un solo pensamiento, una sola cosa ocupaba mi mente y era la respuesta a la pregunta que sutilmente me habías realizado.
Eso me llevaba a dejar este mundo que lentamente fui construyendo con mucho sacrificio y el pensar “lo dejo para mas adelante”, fuero muchas las ilusiones que ocuparon mucho de la juventud que asomaba en la ventana de la vida.
El frío congelaba un poco mas los espacios que se formaban entre pregunta y respuesta, la noche caía sin pausa sobre nuestros cuerpos como un manto que todo lo cubre tal vez para aquietar nuestros ánimos que se manifestaban detrás de nuestras palabras, la temperatura seguía descendiendo, el frío del ambiente y el de nuestros diálogos sumaban aun mas frío al lugar.
En unos de esos ir y venir que mi cuerpo hacia para amortiguar la angustia que de mi se apoderaba recordaba que ya estábamos en los últimos fríos y pronto la primavera salpicaría de renuevos y colores todo el lugar.
Acercándome a un viejo sauce de mi casa y note sobre sus ramas los tiernos capullos que terminarían en hojas en poco tiempo, observando los árboles de adorno y algunos frutales con sus flores abiertas, el milagro de la primavera estaba a la puerta.
Tiempo atrás este sauce acusaba el rigor del crudo invierno dejando su tronco desnudo y sus ramas peladas deteniéndome muchas veces a contemplarlo, notándolo como dormido llevando a cuestas las interminables podas, pero todo eso no importaba ya la savia corría por sus ramas y la nueva vida irrumpía su cuerpo no importándole la rudeza del invierno.
El no recordaba el dolor pasado o su tiempo de esplendor, un nuevo ciclo fluía en su interior para un nuevo comienzo.
En ese momento me sentí como el viejo sauce, cansado y vulnerable al tiempo pero sintiendo al mismo tiempo dentro mio una nueva primavera recorriendo mis venas y que no podía quedarme con mi invierno (recuerdos). Dándome cuenta que Dios a través de su creación me estaba dando un ejemplo de vida, un nuevo comienzo.
Robi
2 comentarios:
Me encanta la ternura con la que escribes,me voy con un agradable sabor de boca,un placer visitarte.
Besitos.
Hola Robi
Lo que dices, es todo poesía.
El sauce, es un árbol que me recuerda mucho mi infancia. Me parecía un árbol mágico, como la primavera, que encierra la magia de la vida, el rebrotar de la naturaleza y el renacer de nuevas ilusiones.
Me ha gustado mucho tu prosa. Es todo sentimiento.
Recibe un fuerte abrazo, amigo Robi
María Jesús
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